Vitrinas en dólares: Ben Franklin y el buche amargo
Lo aprendimos desde niños, cuando hacíamos la fila para el “buchito”, aquella solución de flúor que debía proteger nuestros dientes (eso nos decían..., aunque creo que la ciencia lo descontinuó por efectos adversos); debíamos mantenerlo en la boca sin poder hablar, ni tragar, ni botarlo. Había que ser disciplinado y soportar la lengua reposada y las ganas contenidas de jugar y expresarse. Todo concluía cuando la “seño” indicaba la acción: “Ya pueden escupir…”. Nunca me volví a sentir tan satisfecho de un escupitajo. Hace treinta años, la generación de nuestros padres tuvo que soportar un buche parecido, cuando se liberó el comercio en dólares americanos. Había que aguantarse frente a las vitrinas abundantes, porque los billetes de la caja del centro laboral permanecían con la figura inconfundible de los héroes nacionales. En su discurso del 26 de Julio del 93, cuando se despenalizó la divisa, Fidel dijo que implementaría la fórmula china: otra moneda propia en circulación, que sustituy